Después de fin de año fuimos mi madre y yo a Alvarado a visitar a mi abuela. Una de las características principales que tiene Alvarado es que el marisco es muy bien preparado en casi cualquier restaurante al que vayas de esa ciudad. Antes de llegar con mi abuela fuimos a hacer una parada a un restaurante conocido como La Palapa que se encuentra un cerca de la entrada a Alvarado por la carretera a Veracruz.
El lugar es pequeño y sencillo. No es un restaurante de lujo pero es agradable, escuchas música de cumbia principalmente. La clientela principal son las familias y te podrás dar cuenta de ello debido a que las mesas son puestas para recibir al grupos o familias de al menos 6 integrantes (nosotros solo éramos 2 y nos tuvimos que sentar en una mesa para 6)
Lo que me sorprendió del lugar es su atención, una atención que en ningún restaurante de Monterrey he recibido en todo el tiempo en el que he vivido ahí. Como muchos sabrán soy muy exigente (por no decir mamón) en cuestión de la atención que recibo en un restaurante. Siempre he dicho que en México cuando vas a un restaurante, los encargados (meseros, garroteros, encargados, dueños, etc) te tratan como si ellos te estuvieran haciendo un favor al atenderte o siquiera pelarte. En este caso fue la excepción. A pesar de que el lugar tenía una buena cantidad de clientela (solo 2 o 3 mesas estaban desocupadas de las poco más de 20) y solo había 4 meseras nos atendieron rápido, ni siquiera tuve que buscar a la mesera con la vista, cuando me senté ya tenía la carta a la mano, ella ya estaba limpiando la mesa, ya me había colocado la botana de entrada (totopos con frijoles y salsa roja) y ya me había preguntado por la bebida. Pedimos una entrada de preparación rápida porque preparan la comida al momento y el hambre estaba medio canija.
Lo que me fascinó fue el agua de horchata de arroz que había pedido, no era de jarabe, era de arroz natural, y tenía muuuy buen sabor, hacía años que no tomaba horchata así de buena. Sorprendentemente en menos de 5 minutos ya teníamos mis tostadas de salpicón jaiba y un coctel chico de pulpo y camarón. 10 minutos después ya teníamos nuestra comida pesada: arroz a la tumbada y arroz con camarones además de las tortillas hechas a mano (ni siquiera nos habíamos acabado las tostadas y el coctél). Para los que no sepan que es el arroz a la tumbada hagan de cuenta que es una paella, la única diferencia es que es arroz rojo y tiene un poco de caldo, no es arroz seco.
Después de haber semi-acabado la comida (nos sirvieron un mucho, tanto que no me la acabé y para que yo no me acabe algo está muuuy difícil) mi madre tenía antojos de buñuelos (no hablo de las tortillas grandes con miel, hablo de una dona de harina bañada en miel, tradicional de Boca del Río) y la mesera dijo que ya no tenían que se habían acabado peeeeero... (esta es la parte que me encantó), nos dijo que las meseras habían guardado algunas para ellas y que nos iba a invitar de esas. Obviamente me sorprendí, no me esperaba esa respuesta, cualquier otro mesero hubiera dicho "no hay" y punto, pero esta no, buscó una solución a una necesidad del cliente y no se quedó con los brazos cruzados (a pesar de que no era su obligación de solucionarnos ese problema).
Obviamente como premio a su atención y al esfuerzo le dejé su buena propina (mucho más del que normalmente se daría) y por lo pronto sé que si alguna vez vuelvo a visitar Alvarado sé a donde voy a ir a comer mariscos.
La atención fue excelente, no te tratan mal, estuvieron atentos en las cosas que nos faltaban, fue rápido... ya con eso se había ganado la mesera una buena propina. Eso es lo que espero de cualquier restaurante, es lo mínimo que espero, no más no menos.
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