Como muchos saben, el jugador del club América, Salvador Cabañas, recibió una bala en la cabeza y actualmente se debate entre la vida y la muerte; si se logra salvar, pocas son las posibilidades de que pueda volver a jugar; sería una pena. Actualmente es uno de los mejores jugadores extranjeros que han llegado a jugar a México y se me hace triste que su carrera, su modus vivendi, su mejor habilidad, sea truncada de esta forma.
No voy a hablar sobre el jugador (ni de su vida personal, ni de la profesional), ni sobre el tipo que le disparó, ni sus motivos, ni sobre la inseguridad del país, ni sobre la ilegalidad de la operación del lugar, y no hablaré (por ahora) de la crítica que la gente hizo sobre todo lo anteriormente citado.
Como algunas personas saben, estuvo en circulación en Internet y otros medios, la foto de este jugador, tirado en el piso, cubierto de su propia sangre, después del desafortunado hecho. Esta clase de imágenes son tristes; para mi gusto, patéticas tanto de la persona que tomó la foto (seguramente se ha de sentir "realizado" por ser la persona que le tomó la fotografía) como de las personas que lo ven.
Y lo más triste es que hay miles, me atrevo a decir que hay millones de personas en este país que buscan esas clases de fotografías o notas, por eso se venden miles de revistas de chismes y “de nota roja”. Yo me pregunto ¿Qué ganan con ver la fotografía? ¿Qué buscan? ¿Cuál es su objetivo? ¿Tienen alguno? ¿Qué satisfacen? ¿Su morbo?
Siempre he pensado que la respuesta está en que sienten alivio de ver que “los famosos” también tienen desgracias y con ello sienten un poco de alivio de su vida tan patética. Creo que sienten una satisfacción de que al menos ellos no son los únicos que tienen frustraciones, como si dijeran “mira a el también le pasan cosas malas”.
Encontré este un post dentro de la página Andamos Armados, que a pesar del nombre, es una página que promociona artículos de lujo (ropa de marca, celulares, computadoras caras, etc.) A continuación el reposteo:
¡Míralo! Es el cuerpo de un futbolista paraguayo, ensangrentado, con el rostro doliente. Tirado en el piso, indefenso, enseñando el ombligo, sin dignidad alguna. Cabañas no es humano. “Es nota”. Es nota porque es “figura pública”. Alguien le disparó en la cabeza y un funcionario prometió “usar todos los recursos posibles” para dar con quienes lo atacaron. Porque el atentado a Cabañas no debe quedar impune, pero los asesinatos de Raúl Lucas y el de Manuel Ponce, dos defensores de los Derechos Humanos asesinados en Guerrero hace casi un año, no importan tanto.
¡Míralo! Es el abdomen, son las piernas, es el cuerpo, lleno de grasa por adentro y de sangre por afuera, de un “enemigo del Estado”. El “jefe de jefes”, un máximo “trofeo” de la guerra contra el narco. Arturo Beltrán Leyva no era humano.
A los criminales se les busca “vivos o muertos” porque “no tienen derechos humanos” y por extensión tampoco los tienen sus hijos, ni sus madres, ni sus esposas, ni sus sobrinos.
¡Míralos! Son los huesos en el desierto de una de los cientos de mujeres, tal vez miles, que han muerto en Ciudad Juárez, la polis de la muerte como la llama la politóloga Verónica Zebadúa, sin que las autoridades hayan dado con quien o quienes están detrás de esos feminicidios.
¡Míralos y míralas! Son los cuerpos sin vida, ultrajados, fríos de hombres homosexuales, de mujeres lesbianas, de transexuales que fueron asesinados en el Estado de México, en Chiapas, en Veracruz, en Jalisco, simplemente por ser diferentes. Son los cuerpos cuyas almas no se irán al cielo de la Iglesia Católica y cuyos asesinos jamás serán encontrados.
¡Míralas! Son las carnes voluptuosas de una mujer que le baila sensualmente a un amante. Es la madre de una “estrella”. Es nota porque es “otra figura pública”.
¡Míralo! Es el cuerpo colgante, al que se le escapa el último soplo de vida. Es el tirano de Iraq, el cuerpo de Saddam Hussein. Son los funcionarios gringos que gritan “We got him!”, y la popularidad de un ex presidente que sube en las encuestas.
¡Mírense! Son los medios que buscan lectores, los que buscan audiencia. Los que prefieren no “perder la nota”, antes que defender la dignidad humana.
¡Mírate! Eres la autoridad que gobierna con el miedo, la que juega con fuego. Eres el funcionario que afirma “proteger el futuro de los niños” cuando lo que buscas proteger son los votos para tus colegas de partido.
¡Mírate! Toma un espejo. Mírate en él. Son tus ojos morbosos. Eres la sociedad cómplice de la violencia y enferma de indiferencia. En Texas, en Coahuila, en Uttar Pradesh, en Minas Gerais. Somos todos. Soy yo, eres tú y tu falta de respeto ante el dolor de los demás.
GENARO LOZANO / Politólogo e Internacionalista.
Fuente: Andamos Armados