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lunes, 7 de marzo de 2011
Nunca digas nunca
Todos tenemos ideologías que buscamos defender a capa y espada de otras personas que no las comparten. Buscamos que esas ideologías sean apoyadas, o al menos respetadas, y pensamos que en base a esas ideologías el mundo sería un lugar mejor. En base a esas ideologías tomamos una postura, a favor o en contra y que profesamos (a veces sin darnos cuenta) ante los demás.
“Yo correría y dejaría todo tirado”, “Yo mantendría la calma y saldría caminando” “Yo no me dejaría que me robaran y me defendería”, “Yo no aguantaría una persona así”, “Yo jamás perdonaría eso”, “Eso jamás me pasaría”, “Yo me le pondría al brinco”, “Yo jamás engañaría”, “Yo siempre lo respetaría” “Yo la/lo mandaría a volar si me hace eso”, “Yo nunca haría eso, es de cobardes” y otras posturas que durante muchos años de nuestra vida tenemos grabadas en la mente y que vamos construyendo en base a experiencias, la mayoría de las veces en experiencias de otras personas.
Pero (siempre hay un “pero”) la verdad es que uno nunca sabe lo que va a hacer hasta que uno se encuentra en la situación señalada. Esperamos que una vez que hemos definido nuestras posturas nos mantengamos ecuánimes a ellas pero nunca pensamos que en esas situaciones surgen sentimientos y emociones que puede provocar que reaccionemos de una forma no esperábamos.
La adrenalina, miedo, sorpresa, confusión, poca reacción o la conveniencia hace que de pronto nos veamos en una situación que suponemos ya sabemos cómo resolver y como actuar pero terminamos haciendo una acción completamente opuesta o, por lo menos, no planeada.
Esas acciones una vez que la situación ha terminado las analizamos y nos puede llegar sentir orgullo o vergüenza, dependiendo de los resultados o de las consecuencias de esas acciones y si chocan o no con nuestras ideologías.
Sería mentira decir que no hay personas que se mantienen ecuánimes ante un suceso, pero sería mentira decir que las personas se mantendrían ecuánimes en todo momento no importando su gravedad o urgencia. Somos humanos y buscamos la conveniencia personal o de nuestros allegados.
Habrá momentos en que podremos mantener nuestras posturas pero esto es debido a que la importancia del suceso o las consecuencias de nuestras decisiones no son tan graves o tan importantes.
Es bueno tener posturas, son una guía en nuestro día a día, pero también tenemos que tomar en cuenta que uno nunca sabe cómo reaccionará ante una situación. Tendremos una idea de que hacer pero realmente eso no importará hasta que estemos ahí, dentro del ojo del huracán. El miedo no anda en burro.
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