Para ser sinceros, una de las cosas que me gusta de Internet es la capacidad de poder hacer cosas “tras bambalinas” sin necesidad de pedir permiso. Puedo entrar a Twitter y revisar noticias, puedo entrar a Messenger y contactar a alguien, puedo entrar a Facebook y ver que eventos hay disponibles, puedo entrar a YouTube y ver videos graciosos o informativos y, si quiero, puedo ver porno a gusto, al fin y al cabo hay pa’ todos.
Una de las ventajas de la red es la capacidad de dar la opinión sobre algo o alguien sin el temor a represalias. Habrá gente que estará de acuerdo contigo, otros no, pero la capacidad de poder subir tu opinión y contenido es muy interesante.
Pero hay un extremo, el extremo del abuso. Como en cualquier otra libertad o derecho, siempre habrá abusivos, las personas que se escudan en el derecho de poder decir o hacer lo que quieran en la red impunemente e insultan y difaman a una persona, incluso algunos al punto de acosar a alguien.
No hay que confundir esta clase de personas con los conocidos trolls. Un troll, para los que no sepan, es un usuario de un servicio de Internet (como Twitter, Facebook, MySpace, etc.) que bajo una identidad falsa o ficticia insulta o difama a otros usuarios de Internet o personas por el simple hecho de molestar y darse a notar. Normalmente esta clase de usuarios se encuentran en foros de discusión y, recientemente, en redes sociales como Twitter y Facebook. La solución que muchos mencionan es “don’t feed the troll” o “no alimentes al troll”, como son personas que tratan de buscar atención, su objetivo es insultarte para que respondas, por lo que la solución más sencilla es simplemente ignorar sus comentarios hasta que él solo se vaya (ya saben, “golpearlo con el látigo de tu desprecio”, ja).
¿Pero hasta donde uno debe de ignorar a estos usuarios? Seamos sinceros, a nadie nos gusta que nos insulten; si alguien en la calle te insulta lo mínimo que hay es una reacción de disgusto ante la persona o hasta el extremo de que alguien lo golpee o le meta un balazo. Todos tenemos un límite, hay un punto que no podemos tolerar y habrá reacción de nosotros hacia la persona que ofende. Algunos pueden ser sutiles en su reacción otros pueden llegar al extremo de reaccionar violentamente.
Tomemos unos ejemplos; recientemente leí en El Universal la nota de una exmodelo y empresaria que demandó a YouTube para que revelara la identidad de un usuario que ha estado insultándola y difamándola durante más de 4 años, al punto que ha afectado su vida social y profesional. Un tribunal de EE.UU. ordenó a YouTube (obviamente Google) que dé los datos de identificación del usuario. Obviamente las críticas no se hacen esperar sobre “la pérdida de la libertad del anonimato en Internet” y todo ese rollo mareador que los “puristas” tienen sobre el concepto de Internet. Pero analicemos la situación, una cosa es que insultes en alguna ocasión y otra cosa es que acoses, porque 4 años de insultos hacia una persona ya es acoso, aquí y en cualquier otro país ¿Qué acaso la afectada debe de soportar los insultos y difamaciones de alguien más solo porque sí? El hecho de que tengas la libertad de opinión no te da derecho a tener que insultar o difamar a alguien sin que haya reacción alguna.
Tomemos otro ejemplo pero local, la amenaza de Víctor Trujillo, interpretando a Brozo en su noticiero matutino, a un usuario de Twitter (o Facebook, que sé yo) que estaba suplantando la identidad de una de sus colaboradoras.
Obviamente al ver la escena en video te quedas con la impresión de que se sobrepasó, que exageró, pero ¿Realmente se sobrepasó? ¿Realmente tenía que llegar al punto de amenazar al puro estilo narco a un usuario en televisión nacional? La verdad no lo sé, no sé qué tan grave fue la acción de esa persona (creo que incluso llegó a amenazar a la colaboradora suplantada), pero hubo un abuso de parte de un usuario y hubo una reacción por parte de uno de los cercanos de la afectada. Es como cuando insultan o amenazan a tu novi@ o amig@, seguro que hay una reacción de tu parte.
¿Creen que alguno tiene el derecho de decir lo que sea de quien sea? ¿Sí? Muy bien, va un ejercicio sencillo de realizar. Salgan a la calle y busquen a esa persona que siempre les ha caído mal y díganle lo que piensan de él/ella, les aseguro que tendrán una reacción. No es lo mismo hacer las cosas anónimamente a que las hagas de frente.
A qué viene tooodo este choro mareador. Señoras, señoritas y señores, tienen libertad de uso de los servicios de Internet, tienen la capacidad de dar su opinión libremente, tienen la capacidad de hacer lo que sea en Internet pero tomen en cuenta algo: todo lo que hagan tiene consecuencias, tanto en Internet como “en la vida real”. Las personas se escudan en el “derecho al anonimato” porque no quieren pagar las consecuencias de lo que dicen o hacen. Háganse responsables, tengan los suficientes tanates, no quieran hacer las cosas sin sufrir o disfrutar las consecuencias de sus actos.
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