jueves, 1 de octubre de 2009

Aprender a decir (y a aceptar) un NO!


Marcelo Tedesco, en su blog del Universal Ruta profesional, normalmente escribe unos post muy interesantes sobre la vida profesional de las personas y en ocasiones escribe sobre algunos temas sobre la idiosincracia de las personas (obviamente en el ámbito laboral).

El post Señor, ¡Sí señor! habla sobre un tema muy interesante que no solo puede aplicarse a la vida profesional, sino también a la vida personal, el aprender a decir (y a aceptar) un no como respuesta.

Me llamó la atención porque cuando era más joven (sí, aún lo soy aunque muchos no lo crean) tuve muchos problemas por no aceptar cosas de la gente porque no me apetecían y por lo tanto no me bajaban de mamón.

A continuación listo algunos fragmentos interesantes pero les recomiendo que lean todo el post, es muy bueno.


En mi casa, me educaron para decir "no", para no hacer las cosas que no quisiera, no aceptar lo que no me gustara, ni ofrecer cuando realmente no deseara hacerlo, aunque también me enseñaron a compartir, a esto se le llama integridad, decir y hacer lo que realmente pensamos, pero eso, en nuestra sociedad hay realmente muy pocas personas capaces de aceptarlo.

Luego me enfrenté al mundo "real", después de salirme de casa de mis padres, para mi nuevo circulo social, yo era una persona "sin educación" y en nuestra sociedad lamentablemente ésta es la forma en la que se considera a una persona íntegra.

Casi en automático se responde "sí", es de esta manera porque está grabado en nuestro cerebro, ya sea porque nos lo enseñaron en la casa o por lo que nos enseñó la sociedad.

Y el hábito de decir siempre "sí", enseña también a la gente a no ser capaz de aceptar un "no", y es así como un "no" desconcierta, desorienta, enfada, enoja o arranca respuestas ridículas en el ámbito profesional como "haz tu mejor esfuerzo para que sea sí", "no me digas que no se puede, dime como sí se puede", o llevarlo al ámbito personal, creyendo que la negativa nace de un sentimiento personal en contra del receptor, cuando típicamente nace del deseo o mejor aún, de la responsabilidad de quien da la respuesta.

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