jueves, 20 de enero de 2011

Esclavo del consumo

Vivimos en una época de consumo. Una época donde tener lo último de lo último te da cierto estatus social, donde te coloca en una posición de mayor jerarquía (lo que sea que eso signifique).

Hace unos ayeres hice referencia a un post sobre el consumo de productos de lujo en México. El como hemos compensado el vacío interior con cosas materiales donde la publicidad nos ha enseñado que si no tienes lo último estas fuera de lugar.

Pensándolo bien, creo que esa es una de la razones por la que creo que la gente usa Facebook, para sentirse pertenecido a un grupo. Y no es que sea malo, no lo es, es completamente natural, desde la adolescencia tenemos ese comportamiento.

Regresando al tema; hay ocasiones que uno compra un producto que compra solo porque quiere (no por que lo necesita) y por alguna extraña razón deja de funcionar. En el área de sistemas es muy común que los equipos se desgasten y sale más barato comprarse uno nuevo que mandar a reparar el que ya se tiene.

Ese desgaste, en ocasiones es normal, pero por desgracia, la mayoría de las ocasiones no es así. Me recuerda mi última computadora, se descompuso debido a que la batería se regó (para los que no sepan las baterías tienen un líquido por dentro, tengan cuidado es tóxico) La computadora funciona perfectamente lo único que tiene es que el líquido humedeció un poco la tarjeta madre en una pequeña sección y por eso ya no funciona. Tuve que comprarme otra nueva porque me salía, a la larga, más barato.

Bueno, las dos cosas que traté se habla sobre la obsolescencia de productos, uno físico (el aparato deja de funcionar) y otro mercadólogo (el objeto está obsoleto).

Denle una checada al siguiente video que habla el tema de la absolecencia programada. Se los digo desde ahorita, dura casi 1 hora. Así que tómenselo con calma y disfrútenlo (es interesante). A ver si así cambian un poquito la mentalidad de comprar solo por comprar.



Fuente: Hazme el chingado favor

1 comentario:

Charly dijo...

Me ha pasado ese "desencanto" de comprar algo y ver llegar el día en que se descompone.